martes, 19 de marzo de 2013

Un sueño hecho realidad


La miró una vez mas… como hacia cada día cuando se encontraba con ella… era tan linda, o al menos eso le parecía a el…
Su larga cabellera, de un color verduzco, parecía flotar al compás del viento… se movía ligera como una pluma entre la espesura del bosque… y en ocasiones, era hasta difícil reconocerla, pues solía camuflarse entre los arboles, ya que su piel tenia un tono verde como el de la hierba que crece en los claros…
Cuando le miraba con sus ojos felinos color gris tormenta, se le paraba un pequeño instante el corazón… para volver a latir con mucha mas intensidad al momento.
Sbarks llevaba enamorado de ella desde que tenia uso de razón… eran amigos desde pequeños y compañeros de caza… pero con el tiempo y los años, que no habían sido pocos… su cariño por ella había ido evolucionando despacio pero sin pausa, hasta llegar al punto en que mirarla y no tenerla, se había hecho doloroso.
La amaba ardientemente, como jamás había amado a nadie. Hubiese dado cualquier cosa por poder acariciar delicadamente su bello rostro… por atusarle el pelo color aceituna… por besar suave y dulcemente sus carnosos labios…

viernes, 1 de marzo de 2013

Todo el mundo hablaba de él...


Era un tipo raro. Todo el mundo lo decía. Siempre tan serio, con ese gesto torcido que en ocasiones parecía que estaba enfadado. Todo el mundo hablaba de él. Todo el mundo, incluida yo misma.
Vivía en el bloque de al lado. De su casa y la mía, solo coincidía la ventana del salón, la cual siempre tenia cerrada y con las cortinas echadas. ¿Que haría allí dentro? La luz siempre estaba encendida; ya fuesen las siete de la tarde o las dos de la madrugada. No, no penséis que le espiaba. Era solo, simple curiosidad.
De pronto un día, llego del trabajo a las tres de la tarde. Preparo la comida y cuando voy al salón, miro por la ventana... ¡Ahí esta! Tan serio como siempre, con ese gesto torcido suyo... Solo. Siempre solo. Solo en la oficina, solo por la calle, en el gimnasio y hasta en su propia casa.
Esta sentado al piano, y toca. Desde mi casa no alcanzo a oír el sonido que crean sus manos al posarse sobre el teclado. Sus largos dedos acarician lentamente las teclas con suma delicadeza, como si de una persona se tratase... No sé como suena, pero puedo adivinarlo por los gestos de su cara. Hay sentimiento en su rostro. Ya no parece serio, ni enfadado... mas bien triste, melancólico. El movimiento de sus dedos acelera y su cuerpo se mueve al compás de la música... después, vuelve a aminorar la marcha, y finalmente se para, echando su cabeza sobre el teclado. Cuando se levanta, percibo unas vergonzosas lagrimas recorriendo sus mejillas. Me aparto de mi ventana, para evitar ser vista.
¿Que le pasará? ¿Tanto le llena la música que consigue hasta emocionarle? ¿O es, quizás, que ha perdido a alguien querido? No lo sé, pero jamás volvería a verle de la misma manera...