Hay veces, que miras hacia atrás en tu vida. O
simplemente miras fotos de hace unos años. Fotos de álbumes, de redes sociales
ya extintas. Y ves como eras entonces, hace tan solo ocho años. Te acuerdas de
aquella época y ahora, a pesar de que en esos días seguramente te sentías de
otra manera muy diferentes, hoy lo ves y te ríes.
Igual si hoy tuvieses de frente a tu yo del pasado, le
dirías un par de cosas.
Le darías una colleja por no haberse cortado el pelo
antes, y le habrías dicho que no se enrollase tanto con el Call of Duty porque se estaba retrasando demasiado en los demás juegos.
Lo mismo le dirías que no se gastase tanto dinero en alcohol y porros, y que
ahorrase más para comprarse juegos en el futuro. Puede que le dijeses que no
comiese tanta mierda porque es “un minuto en la boca y un siglo en las caderas”.
Le dirías quizá, que abriese los ojos y dejase de perder el tiempo haciendo el
tonto con esa persona que no le va a llevar a nada. Igual, lo mismo, no le dirías
nada porque es muy parecido a cómo eres tu hoy. O quizá, puede que tu yo del
pasado te mirase y dijese: “Vaya frikaza
que te has hecho…”, y tú le contestases, “¿pero tú te has visto flipada?”